VIOLENCIA DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS HOMBRES

?VIOLENCIA DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS HOMBRES


INTRODUCCIÓN

Los esfuerzos para poner fin al acoso y al hostigamiento sexual en los espacios universitarios se centran cada vez más en involucrar a los hombres como aliados. Se suman a este movimiento en México, las universidades que alientan a los hombres a participar en eventos de concientización, tales como la “Ronda de Hombres contra la Violencia hacia las Mujeres” (Rubio, 2020). Estos eventos adoptan un enfoque de género neutro que brinda las condiciones para que los hombres se involucren en materia de prevención de la violencia. Sin embargo, rara vez estas estrategias brindan oportunidades para la reflexión crítica sobre las formas de ser hombre y las masculinidades como un componente de las estrategias de prevención de la violencia. Además, los estudios sobre el impacto de las actividades de prevención diseñadas para involucrar a los hombres siguen siendo escasos. Las universidades necesitan generar conocimiento acerca de la violencia de género desde las voces de las mujeres y de los hombres para incrementar su involucramiento en acciones preventivas contra el acoso y el hostigamiento sexual en los espacios universitarios (Schewe, Releya & Kaufmann, 2014; Campus Technical Assistance and Resource Project, 2015). Por consiguiente, se consideró pertinente realizar un estudio cualitativo para conocer la perspectiva de los varones acerca de la seguridad y la violencia dentro de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí como complemento al análisis cuantitativo del “Diagnóstico sobre Violencia de Género en Espacios Universitarios”.

ANTECEDENTES

La violencia de género en espacios universitarios ha sido analizada a través de diversos estudios de diagnóstico en México. Por ejemplo, Olaya y Botero (2021) reportan en su diagnóstico institucional que “12.5% de los encuestados manifiesta haber sido objeto de conductas sexuales no deseadas en la Universidad” (p. 4), de los cuales 80% son mujeres, y el 91% de quienes han ejercido dichas conductas son hombres. Estas cifras sugieren que, al ser integrantes de la universidad, las mujeres universitarias no están exentas de la violencia de género, sobre todo del acoso sexual.

Quintero (2019) propone problematizar las universidades como espacios donde se evidencia la dominación social, la violencia estructural y las desigualdades de raza, sexo y clase. La comunidad universitaria se encuentra inmersa en un contexto y es, por tanto, responsable de intervenir, atender e investigar las problemáticas sociales, a las cuales no es inmune.

Pese a la implementación de un protocolo para la atención de casos de violencia de género, se reconoce la insuficiencia y los múltiples puntos ciegos que aún persisten en muchas universidades mexicanas. Existen áreas de oportunidad, tales como la implementación de sanciones en múltiples niveles, los seguimientos jurídicos, y la atención psicosocial de las víctimas. Por otro lado, urge implementar en la comunidad universitaria, la prevención de la violencia de género, en especial con enfoques basados en evidencia y con alcances claros. Un ejemplo son los grupos de trabajo con hombres que aspiran a que ellos reconozcan los ejercicios de violencia machista contra las mujeres y otros grupos de hombres y personas LGBTIQ (Iniciativa Spotlight, 2021). Tales acciones implican capital humano, así como la delimitación de las responsabilidades universitarias, la gestión y articulación de múltiples actores e instituciones externos Varela (2020) analiza cómo los tendederos de denuncia de la violencia por parte de las víctimas, derivados del movimiento MeToo, superan a los mecanismos de atención formales que existen en las universidades. Según la percepción de las víctimas, estas formas de hacer visible la violencia de género en el espacio universitario, se llevan a cabo debido a que los mecanismos formales en algunas instituciones descalifican, amenazan o intimidan a quienes denuncian. Por lo tanto, se recomienda que la atención brindada a las víctimas se realice en el anonimato y siguiendo procedimientos claros, para prevenir la revictimización a causa de chistes y bromas, que aún son formas de violencia naturalizadas en las universidades. Aunque es importante reconocer que no todos los hombres realizan prácticas de acoso, cuando se lleva a cabo una denuncia, hay una resistencia general en asumir que tampoco se trata de casos aislados.

Para ilustrar lo anterior, se pueden mostrar algunos resultados del estudio diagnóstico de la violencia en la UASLP. El análisis destaca que entre los hombres estudiantes 31% ha escuchado piropos no autorizados (provenientes de otros alumnos), 18% ha insistido en invitar a salir (24% en mujeres), 10% ha visto tocamientos sin autorización, 12% ha escuchado comentarios de índole sexual, 30% ha escuchado insultos, 26% ha observado humillaciones, 7.3% ha obligado a alguien a hacer algo que no quería, de los cuales 27% son figuras de autoridad, 13% ha presenciado burlas, 4.5% ha hecho amenazas con difundir fotos privadas y 9.8% ha enviado mensajes de odio o amenaza.

En el caso de la población de hombres administrativos, 5% ha presenciado amenazas, 18% (mujeres 22%) ha visto personas obligadas a saludar de mano o beso, 34% (mujeres 40%) ha realizado piropos, ha insistido en salir 15% (menor registro que en mujeres), 7.4% declara saber de personas que se les obligó a mantener relaciones sexuales de forma obligada y 50% de esa muestra declaró que fue personal de la universidad, de los cuales fue un 50% dentro del espacio universitario y 30% fuera de él. Un 18% presenció comentarios de índole sexual, y 11% en espacio universitario. Reciberon insultos un 34% (45% por parte de mujeres). Solo 2.6% de los hombres dice saber de amenazas con difundir fotos, un 9.8% presenció mensajes de odio o amenaza, y un 13% observó actos de denigración o burla.

Ante este panorama del problema de la violencia machista contra las mujeres universitarias en la UASLP, se propone un análisis desde una perspectiva de masculinidades para fomentar una mejor comprensión de su abordaje. Ya que los hombres de la muestra registran regularmente menor reconocimiento de actos como acoso (insistir en salir), piropos o comentarios sexuados, se podría suponer que se encuentran poco sensibilizados a la violencia de género en su entorno. De allí la pertinencia de estudiar cualitativamente las percepciones de los hombres universitarios acerca de la violencia en general y del acoso sexual en particular dentro de su comunidad universitaria.

MÉTODO

Se realizaron tres grupos focales con hombres de la población estudiantil (GFE),  del personal administrativo (GFA) y de la planta docente (GFD). El reclutamiento tuvo como rsepuesta la participación voluntaria de 20 personas (entre 6 y 7  participantes por grupo), adscritas a una de las cinco facultades consideradas como casos relevantes del problema analizado (Hernández, Fernández y Baptista, 2010). Cabe mencionar que los tres grupos focales fueron compuestos  por personas con una considerable experiencia de afiliación a la universidad;  los alumnos tenían por lo menos tres años de estar estudiando en la UASLP,  mientras que los empleados (administrativos y profesores) entre 3 y 30 años de afiliación. 

Los grupos focales se desarrollaron con base a un guión de 14 preguntas abiertas traducidas del inglés al español y que pertenecen a un instrumento diseñado por Rutgers’ Center on Violence Against Women and Children (2015) para indagar cualitativamente acerca de los siguientes temas: 

  • Las actitudes de los varones hacia el acoso y el hostigamiento sexual en lacomunidad universitaria.
  • Su conocimiento de las normas sociales masculinas en la comunidad universitaria.
  • Sus supuestos y conocimientos sobre su papel en la prevención de la violencia.
  • Su participación en la reducción de la violencia de género en la comunidad universitaria.

Los grupos focales se llevaron a cabo entre el 4 y el 6 de octubre del 2021 en las instalaciones de la universidad. Estas instalaciones fueron específicamente elegidas por su carácter neutral relativo a las dependencias de los participantes, con el fin de aumentar la confiabilidad de respuestas acerca de temas considerados potencialmente sensibles para abordar dentro del contexto institucional. Previo al inicio del grupo focal, cada participante leyó y firmó el formato de consentimiento informado, el cual incorporó la descripción del propósito del estudio, sus condiciones de participación, incluyendo los riesgos y beneficios. La participación fue voluntaria, así que los integrantes tuvieron el derecho a no participar sin que esto perjudicara en su rol dentro de la universidad.

Los grupos focales fueron facilitados por uno o dos moderadores capacitados para hacer preguntas sin juzgar a los participantes. Los datos se registraron con grabación de audio, además de la toma de notas por un asistente de investigación. Cada grupo focal inició con una breve presentación del estudio, así como la descripción de consideraciones éticas, tales como la confidencialidad, para asegurar el más alto nivel de confiabilidad en las respuestas. La transcripción de las respuestas grabadas se realizó a partir de dos revisiones para asegurar su verosimilitud antes de someterlas a un análisis cualitativo.

ANÁLISIS

El análisis de las transcripciones consistió en comparar y contrastar los argumentos principales entre los tres grupos de participantes en relación con los diversos temas abordados. La presentación del análisis se divide en siete temas y refleja un consenso entre los dos investigadores –autores del presente texto– sobre la interpretación de las respuestas.

    1. Percepción de la violencia de género en el espacio universitario

La violencia y el acoso sexual hacía las mujeres se reconoció de manera general como un problema persistente en el espacio universitario.

El tema principal que nos reúne aquí es precisamente el reflexionar que la violencia contra el género femenino se ha ejercido de forma sistemática y estructural desde el patriarcado.

Participante del GFD

Además, se compartió la opinión entre los grupos de que la violencia de género afecta a toda la comunidad universitaria, no solo a un segmento de su población.

Hay como un descontento por todos, todos compartimos esta situación colectiva de que está mal, entre pláticas o uno reflexionando ya después.

Participante del GFE

Se argumentó, desde el punto de vista del personal administrativo y de los docentes, que las víctimas de violencia en el espacio universitario incluyen tanto las mujeres como los hombres. No obstante, también se reconoció que actualmente existe otra visión acerca de la violencia hacía las mujeres, la cual demuestra la gravedad de su carácter sistemático.

No es lo mismo la violencia que sufre un hombre que una mujer… esta violencia que se ejerce todos los días, el guiño, el piropo que posiblemente para los hombres no signifique nada, pero ya para las mujeres ha sido tan sistemático, cualquier persona en una bicicleta le puede decir una grosería a una mujer, están todos los días, todos los días sistemáticamente agredidas de palabra y de acto.

Participante del GFD

    2. Percepción del acoso sexual en el espacio universitario

Los estudiantes reconocieron la gravedad del acoso sexual ya que incomoda de manera directa a la persona víctima, así como a las personas que pudieron haber sido testigos de ella.

A mí sí me ha pasado estar en ese papel de que te sientes incómodo con algunos comentarios de hombres o mujeres y te pones a pensar: si tú te sientes incómodo con ciertos comentarios, ¿cómo se sienten ellas? o ¿cómo les hace sentir todo?

Participante del GFE

La gravedad del acoso sexual se acertó entre los estudiantes mientras imaginando que la persona acosada fuera una mujer con quien comparten un vínculo significativo.

¿Cómo te sentirías si tal cosa le pasara a tu hermana, a tu mejor amiga, a tu novia? Ahí es cuando tú te pones a pensar realmente, te pones en el papel de… pues de alguna mujer, en esta clase de situaciones.

Participante del GFE

Entre los docentes, se hizo hincapié en la diferencia que puede haber entre las interpretaciones de mujeres y hombres sobre lo que constituye un ejemplo de acoso. De igual manera, se cuestionó la tendencia de los medios de comunicación a recriminar de manera diferenciada el acoso de un hombre hacía mujer en comparación al acoso de mujer a hombre.

Para un hombre quizá un piropo a uno podría parecer como que le levanta a uno la autoestima, o se siente uno halagado, para una mujer quizá no, entonces los puntos de vista son totalmente distintos.

La equidad tiene sus bemoles… Lo veo mucho en las noticias en donde potencian mucho el acto que hace discriminar a la mujer y cuando una mujer comete ese delito digamos, lo minimizan y no lo ponen a la par.

Participante del GFD

Entre los administrativos, se percibió que el acoso sexual sigue siendo prevalente en el espacio universitario, aunque afirmaron que el acoso sexual hacía las mujeres ya no se manifiesta de la misma forma que antes.

El acoso y el hostigamiento sexual es un fenómeno que sigue existiendo, pero no con el grado de evidencia como era, que era un gritadero en los pasillos etcétera. Sigue existiendo a través de otros medios, otras plataformas, etcétera... ¡pero sigue existiendo! No, no se ha logrado erradicar, o más bien ciertas conductas ya no se hacen, pero otras siguen existiendo. Pienso ... hablando por ella.

Participante del GFA

   3. Percepción de los factores que influyen en la seguridad dentro del espacio universitario

Tanto estudiantes, administrativos como docentes, consideraron que mientras más infraestructura y recursos de vigilancia haya, más seguridad puede haber en el espacio universitario. Ampliar la instalación de cámaras de seguridad y alumbrado en las zonas del espacio universitario con escasa luz son ejemplos de recursos materiales que fueron mencionados. Además, un incremento de policía y personal “competentes” para vigilar entradas y salidas, así como para realizar rondines y revisiones, puede incrementar el nivel de control de acceso al espacio universitario.

Hay que instalar cámaras o contratar personas para hacer esa labor; es el personal, la autoridad quien se encarga de monitorear y que la autoridad sea competente en su trabajo, porque de nada sirve si la autoridad no es competente y no hace bien su trabajo, por más que tengamos la tecnología más avanzada no va a servir.

Participante del GFE

Entre el personal administrativo, se resaltó la importancia de poder acudir a una normativa y un reglamento que faciliten la institucionalización de procedimientos diseñados para fomentar la seguridad en el espacio universitario. Según los estudiantes, todavía existen actitudes machistas en el espacio universitario, por lo que su erradicación dependerá de la implementación de campañas de concientización desde los niveles básicos hasta el nivel superior de la educación.

Yo creo que llevar esas campañas no solo a la universidad, sino también a la primaria y secundaria nos ayudaría mucho a que desmontemos el pensamiento machista con los alumnos que van a ser la nueva generación y van a estar en nuestros lugares.

Participante del GFE

Al igual que los docentes, los administrativos consideraron que, ante actos delictivos, la ley traducida como normativa institucional debe de aplicarse y ser respetada tanto dentro como fuera del espacio universitario.

Entonces, si alguien decide estudiar o trabajar en la universidad, debe seguir las políticas, ¡y ahí está muy claro! Si tú piensas otra cosa... ya es tu problema, pero dentro de la institución, tienes que seguir este reglamento, tienes que seguir con esta normativa.

Participante del GFA

Según los docentes, un código de conducta debería existir para garantizar el bienestar y la seguridad de las y los integrantes de la comunidad universitaria.

¡Se tiene que introducir códigos de conducta en todos los niveles! 

Participante del GFD

   4. Percepción sobre el subregistro de casos de acoso sexual en la universidad

La percepción de que existe una disparidad entre el número real y las cifras oficiales de casos de acoso sexual en la universidad fue compartida por los tres grupos.

En dos de los grupos, algunos participantes expresaron asombró ante la actual cantidad de casos que reportaron conocer extraoficialmente; esto gracias a las condiciones que, a través del tiempo, han permitido paulatinamente nombrar la violencia de género.

Todo eso nosotros no lo habíamos realizado, no había protocolo, no había procedimientos, no había ninguna manera de que nosotros podíamos entender lo que estaba sucediendo, la dimensión de lo que está sucediendo.

Participante del GFA

En los grupos, se percibió que el subregistro de casos se debe a la falta de denuncias que, a su vez, se explica, según varios participantes, por la falta de resolución de los casos.

De 100 personas violentadas a lo mejor 10 presentan denuncia, y de las 10 una consigue algo, ¡una!

Participante del GFD

En respuesta al subregistro de casos de acoso sexual en la universidad, tanto estudiantes, administrativos como docentes, opinaron a favor de la promoción de acciones para incrementar las denuncias de acoso sexual. En efecto, mencionaron acciones a nivel individual, así como institucional.

De todo lo que están viviendo las jóvenes de hoy en el acontecer universitario, nos hacen prender un foco rojo de actuar o de hacer algo.

 Participante del GFE

Dentro de una organización, se debe empezar a sistematizar ciertos protocolos, ciertas maneras de visibilizar desde el nivel organizacional, y que el miembro de esa organización, si llegara a tener una situación así, sabe que hay un protocolo de respuesta, sabe que hay un a, b, c, sabe que es algo que está sistematizado.

Participante del GFA

    5. Percepción y uso de recursos para atender casos de violencia de género en la universidad

Los estudiantes, administrativos y docentes perciben una escasez de recursos para atender a víctimas de violencia de género en la universidad. Por esta situación, han tenido que buscar a personas de confianza o canalizar a una institución fuera de la universidad que puedan atender a la persona víctima de violencia.

Como tal no hay un recurso, vas con quien tú tengas confianza.

Participante del GFE

Yo en muchas ocasiones, a muchas alumnas y muchos alumnos, yo les dije antes de que existiera defensoría - ve a derechos humanos, no aquí, nunca te lo van a resolver.

 Participante del GFA

Ante esa percepción, existe también la creencia de que la responsabilidad para atender a las víctimas de violencia de género en el espacio universitario recae principalmente en los estudiantes o los docentes.

Yo creo que somos nosotros los responsables para ir apagando esos focos rojos e ir encendiendo focos verdes, de esperanza no, y de bienvenida para todas.

Participante del GFD

Por consiguiente, el apoyo instrumental y emocional que se brinda a nivel individual a una víctima de la violencia de género, fue el principal recurso reportado por los estudiantes.

Si nosotros vemos pasar por una situación así a una compañera, pues apoyarla y brindarle las herramientas para que pueda también investigar qué se tiene que hacer en cada situación.

Participante del GFE

Según los estudiantes entrevistados, el/la tutor/a podría considerarse un recurso para atender a una persona víctima de violencia de género en la universidad. No obstante, algunos estudiantes cuestionaron la viabilidad de confiar en esa figura institucional para apoyar a un/a estudiante que acusa a un docente de una conducta denunciable.

Si fuera acusado algún maestro, como decía acá mi compañero, vaya voy y me acerco con el tutor, pero muchas veces las amistades silencian las denuncias... Me ha tocado casos donde ese tutor es muy amigo del maestro y le dice: “oye fíjate que fulanito me comenta esta situación... ¡no pasa nada!”

Participante del GFE

Tanto los docentes como los administrativos reconocen que el uso de los recursos existentes para atender a casos de violencia de género en el espacio universitario podría incrementar mediante: 1) una divulgación más extensa de los servicios de la Defensoría de Derechos Universitarios en la comunidad universitaria y 2) un aumento en la práctica de acompañar las personas víctimas de violencia que desean poner una denuncia ante la referida defensoría.

¡Hay gente que no conoce la Defensoría, que se haga mayor divulgación!

Participante del GFA

Yo quisiera proponer que se dé un mayor acompañamiento a quién va a denunciar... para que no se sienta sola. De por sí, ya es una persona muy expuesta, sobre todo por el género y luego sin acompañamiento, pues ¡menos se va animar a denunciar! En cambio, si se ve acompañada con una persona con autoridad o personas con autoridad, siempre y cuando exista la convicción de una evidencia, eso cambia mucho las cosas en cuanto a que se anime a denunciar.

Participante del GFD

    6. Percepción de las acciones a consecuencia de denunciar violencia en el espacio universitario

Los estudiantes, docentes y administrativos entrevistados, perciben que son pocas las acciones contundentes a consecuencia de denunciar la violencia en el espacio universitario. Los estudiantes reconocen que denunciar a un docente por un acto de violencia genera miedo en la víctima ya que puede conducir a represalias académicas como acto de venganza por parte de su agresor.

Hay riesgos que involucren al estudiante; “si tú no haces esto, te voy a poner una mala calificación que se va a reflejar en tu boleta y vas a perder el año”.

Participante del GFE

Entre los administrativos, se mencionó que la denuncia no conduce a ninguna consecuencia, sino más bien a que la institución niegue o busque desmentir lo que se ha dicho, lo cual termina por desanimar a cualquier persona de denunciar.

Las autoridades no le hacen caso, le ponen una pared, a las mujeres que ponen denuncias.

“¿Sabes qué? Es mi amigo, ¡tiene derecho de réplica! ¿Qué sé yo?”, y ahí quedaba ya entonces la persona que denuncia, pues... ¿qué hace? ¡No! Y mucha gente más no se atreve a denunciar, por lo mismo, no pasa de... sí es difícil la situación porque como esa, se han sabido de más chicas, de más maestras, que han sido estudiantes, que prefieren no hacer nada.

Participantes del GFA

Entre los docentes, se mencionó que las acciones institucionales a consecuencia de una denuncia en contra de un docente no pasan más allá de la modificación de condiciones bajo las cuales ejercerá su trabajo.

Ahí está el maestro denunciado dice: no, yo ya llevo la segunda amonestación, ya lleva la tercera amonestación, y ahí sigue, y sí le quitan, y no le dan clase frente al grupo, pero ahí anda el maestro, recorriendo las instalaciones.

Participante del GFD

Señalaron que el carácter autónomo de la universidad, así como la sindicalización del personal, han impedido el cumplimiento de leyes que promueven políticas orientadas a prevenir, investigar, sancionar y erradicar el acoso sexual y la violencia en el espacio universitario.

La universidad no sanciona una persona supuestamente culpable. En otras universidades, si cometes un acto de violencia sexual estás fuera y aquí no, aquí te mandan a hacer un doctorado, una maestría, te ubican en no sé dónde, en el Sahara, pero te siguen pagando… no existe en la universidad, nada que te haga tener una sanción.

Varios [docentes] han sido denunciados, pero su respuesta es: -me la pelan, así: -me la pelan, no me van a hacer nada, ¿por qué? ¡Porque está sindicalizado!

Participantes GFD

Por otro lado, se identificó en el grupo focal con docentes un temor a que las personas denuncian mediante “quejas falsas” para beneficio propio.

Hay que ver el otro lado de la moneda, donde tal vez una mujer, alumna, maestra ... por venganza de alguna situación o porque quiere obtener algo, ¡puede llegar al punto de denunciar totalmente de manera inválida!

No siempre lo que se denuncia es cierto, y hemos tenido alumnos que denuncian para arreglar una calificación, no por otra cosa; ¡o porque repruebas al alumno o a la alumna!

¡Nosotros podemos ser víctimas, ha habido maestros que han sido acusados de haber hecho mil barbaridades! ¡Cuando la situación es otra! “Me quiero deshacer de este maestro, ¿sabes qué? invéntate algo!” Estamos en algo tan sensible que parece mentira, al victimario le dan más preferencias que a la víctima y entonces resulta desacreditado.

Participantes del GFD

   7. Percepción de los factores que ponen las mujeres en riesgo de sufrir acoso y hostigamiento sexual en el espacio universitario

Los testimonios reflejan una variedad de puntos de vista entre los participantes sobre los factores que ponen las mujeres en riesgo de sufrir acoso y hostigamiento sexual en le espacio universitario. De los factores que se mencionaron entre administrativos, se identifico que unos consideran que el riesgo se vincula a las decisiones de las mujeres mientras que otros ponen énfasis en las decisiones de los hombres.

Si alguna mujer se viste, no sé, se vista de forma provocativa, puede hacer que algunos hombres realicen algún tipo de acoso, entonces a lo mejor por la vestimenta… ¡No quiero decir que esté mal usar una falda, o sea está bien! ¡Puede salir como quiera, pero creo que sí puede ser un factor de riesgo!

¡El factor de riesgo sería la ignorancia de la persona que piensa así, sea una mujer u hombre! ¡Que sea provocativo no le da el derecho a acosarla, ahí estoy en desacuerdo!

Participantes del GFA

También, se pudo identificar entre los profesores que el riesgo se vincula con la impunidad dentro de la institución universitaria.

Yo creo que mientras no se apliquen las sanciones reales [en la universidad] -y no de que te quito de aquí y te pongo allá- sino que, si está probado y comprobado [que es culpable de acoso], que se liquide a la persona o se le rescinda el contrato. Mientras no suceda eso, no va a haber forma de que las mujeres estén en un espacio universitario libre de violencia.

Participante del GFD

    8. Percepción sobre el papel de los hombres en la prevención del acoso y hostigamiento sexual en el espacio universitario

Entre los estudiantes se expresó el deseo de ser reconocidos por sus demás compañeros, y sobre todo sus compañeras, como personas sensibles a lo que las mujeres han venido manifestando en el espacio universitario. 

Entonces no necesariamente tiene que ser una mujer, aunque sería tal vez lo más conveniente de que ellas se den cuenta de que nosotros también ya estamos abriendo los ojos a todo esto, a todo lo que se ha hecho acá, ¡donde ellas se expresen!

Participante del GFE

Además, se percibió que las estrategias de prevención del acoso y hostigamiento sexual en el espacio universitario deben dirigirse hacia las mujeres y también hacia los hombres.

Creo que las campañas deberían ser guiadas tanto para las personas vulneradas, como para los acosadores, como para los hombres de una manera directa o indirecta.

Participante del GFE

Entre los administrativos, se reconoció que los hombres comparten una responsabilidad de involucrarse con las demás personas en la prevención de la violencia en el espacio universitario.

Como parte de la sociedad todos tenemos que trabajar juntos, e involucrarnos en todos los temas de grupos minoritarios y de las mujeres.

Participante del GFA

Esta misma percepción sobre el papel del hombre en la prevención del acoso sexual se compartió entre docentes, si bien que expresaron una preferencia por involucrarse en las estrategias preventivas junto con las mujeres y no por sí mismos.

Antes de hacer una propuesta es que no debe de ser de hombres, de entrada, porque al momento de segregar, ya vas a causar un conflicto con la otra banda, como dicen las mujeres, o sea tiene que ser un mensaje de todos, que sea incluyente de todos.

Participante del GFD

Yo, francamente veo bien, que se vea que es un problema conectado a hombres, pero no quiere decir que en los grupos [de reflexión] no vaya a haber mujeres, ya sea como instructoras o no sé.

Participante del GFE

La estrategia preventiva a la que más se refirieron los estudiantes, administrativos y docentes son grupos de reflexión o concientización en materia de acoso y hostigamiento sexual. Esta estrategia se percibió como una manera de concientizarse como hombre acerca de las implicaciones que puede haber para las mujeres el estudiar o trabajar en un espacio universitario donde el acoso sexual sigue siendo un problema.

Los grupos de concientización, si así se pueden llamar dentro de la universidad, incluyan a mujeres con hombres por supuesto, porque es la forma en la que también se va a sensibilizar el género masculino cuando escuchen de propia voz a sus compañeras, a sus contrapartes femeninas qué es lo que les atosiga no, y así yo también tomo en cuenta de la conciencia de los problemas que están ocurriendo con ellas y actúo en consecuencia.

Participante del GFE

Por consiguiente, al institucionalizar los grupos de reflexión, se percibe que los hombres tendrán una oportunidad de asumir una responsabilidad compartida con las mujeres en la prevención del acoso y hostigamiento sexual en los espacios universitarios.

Una de las cosas que yo diría es este tipo de espacios de reflexión que se convierten en procesos institucionales para todos.

Participante del GFE

CONCLUSIONES

Los grupos focales mostraron la necesidad de difundir la perspectiva de género en todos los niveles de la universidad, de hacer una normativa universitaria clara y operativa para la convivencia dentro y fuera del aula, así como fortalecer las comunicaciones que se pueden crear por medios digitales. A su vez, todos los grupos apuntaron a la necesidad de pasos de sensibilización previos para generar la necesidad y conciencia de la participación de hombres que asuman una postura activa en el combate del acoso y la violencia en espacios universitarios. También, se encontró que existen características ineludibles del pacto patriarcal, pensamiento heteronormativo y machismo, aún presentes en los hombres que acudieron a los grupos; si bien no es posible generalizar, resulta evidente que es necesaria la colaboración entre docentes.

Quintero (2019) afirma una adecuada difusión del protocolo con sanciones claras con respecto a las conductas violentas, y con mecanismos de protección a las víctimas, como la generación de espacios de reflexión para hombres y sus prácticas machistas, son elementos ineludibles y necesarios en la universidad, de tal forma que se genere prevención y sensibilización no solo entre docentes y estudiantes sino también entre pares.

Pese a la implementación del protocolo, las formas de socialización, las violencias naturalizadas y las denuncias son solo un elemento de la tarea. Atender y asegurar el conocimiento, difusión e implementación del protocolo es uno de los pasos en la cadena de acciones que se requieren en la universidad (Varela, 2020).

Trabajar las nociones de masculinidad con los hombres, podrá incrementar elementos de autocuidado y, a su vez, permitir que se visibilicen otras violencias, que han permanecido silenciadas debido a los mandatos de género y elementos normativos asociados a los roles tradicionales (Bosch, et al. 2013, Navarro, et al., 2019). También se puede, con base en los grupos, hacer talleres de sensibilización que amplíen la posibilidad de denuncia, visibilización y reconocimiento del acoso y las conductas de hostigamiento, así como los elementos de violencia estructural, de relaciones de poder y machismo con elementos claros de aquello que se debe erradicar en la universidad (y cualquier otro espacio).

Finalmente, como mencionan San Segundo & Codina-Cadet (2019), es necesario un marco que permita la equidad, la pluralidad, la dignidad y la posibildiad de generar prácticas pacíficas de convivencia que sea contemplada en los objetivos de la defensoría de los derechos universitarios.