El cáncer de mama es uno de los tipos de cáncer más comunes en el mundo. Pese a que es una enfermedad que afecta en mayor medida a las mujeres, los hombres no están libres de presentarlo. Este tipo de cáncer se origina cuando las células del tejido mamario empiezan a crecer de una forma anormal y descontrolada, logrando formar masas anormales. No se trata de algo inmediato ni siempre evidente; por eso es tan importante detectarlo antes de que avance. Aunque existen factores de riesgo (antecedentes familiares, edad o cambios hormonales) cualquier persona puede desarrollarlo, y detectarlo en etapas tempranas puede hacer una gran diferencia en el tratamiento y la recuperación. Es importante prestar atención a las señales que nuestro cuerpo nos da.
Bultos en el pecho, cambios en la forma o tamaño de las mamas, secreciones inusuales, o incluso un simple dolor o “piquetes” constantes en alguna zona de nuestro seno, podrían indicarnos que algo está ocurriendo y que debemos actuar pronto. La autoexploración regular, los chequeos médicos y las mastografías son herramientas clave para su detección oportuna.
La Norma Oficial Mexicana NOM-041-SSA2-2011 para la prevención, diagnóstico, tratamiento, control y vigilancia epidemiológica del cáncer de mama, nos comenta que la autoexploración debe iniciarse a partir de los 20 años como una forma de autoconocimiento para detectar anormalidades en nuestros senos, dicha autoexploración debe realizarse una vez por mes al termino de cada ciclo menstrual. No se trata solo de buscar bultos, sino de conocer cómo se sienten normalmente tus senos para detectar cualquier cambio. El examen clínico mamario, realizado por personal de salud capacitado, debe iniciarse a partir de los 25 años y debe ser de forma anual. La mastografía es el método de tamizaje actual (los tamizajes son una prueba médica que se realiza a personas que no tienen síntomas, con el objetivo de detectar enfermedades en etapas muy tempranas, cuando todavía no causan molestias) en nuestro país. Se realiza desde los 40 hasta los 69 años, y se recomienda una mastografía cada dos años si no hay síntomas ni antecedentes de riesgo. Este estudio permite detectar el cáncer incluso cuando aún no hay señales visibles o palpables. Si tienes antecedentes familiares o condiciones especiales, tu médico podría sugerir hacerlo antes o con mayor frecuencia.
¿Cómo saber si algo no está bien?
Al inicio, el cáncer de mama puede desarrollarse silenciosamente, sin causar molestias evidentes, por eso resulta importante prestar atención y conocernos bien.
A continuación, te compartimos algunas señales a las que debes prestar atención:
1. Bultos o masas en el seno o axila: Pueden ser duros, indoloros y con bordes no regulares, aunque también pueden ser suaves, redondos y dolorosos.
2. Cambios en el tamaño o forma del seno: Si notas que uno de tus senos ha cambiado de forma o tamaño de manera reciente, es importante acudir a revisión.
3. Alteraciones en la piel del seno: Enrojecimiento, aspecto de “piel de naranja”, engrosamiento o descamación de la piel.
4. Cambios en el pezón: Si se retrae hacia dentro, duele, presenta secreción anormal (especialmente con sangre y en un solo pezón) o tiene una apariencia distinta.
5. Dolor en el seno o axila: El dolor no siempre significa cáncer, pero si es constante y no está relacionado con tu ciclo menstrual, sería adecuado revisarlo.
¿Cómo hacer una autoexploración adecuada?
Aunque es bueno reconocer los datos de alarma, lo ideal sería detectar la enfermedad antes de que estos se presenten, ya que en muchas ocasiones el diagnóstico se retrasa por falta de información, olvido y descuido de nuestro propio estado de salud o imposibilidad de acceder a los métodos diagnósticos oportunamente. Nosotros seremos los primeros en darnos cuenta si algo en nuestro cuerpo no está bien, por eso es primordial conocernos y realizar una adecuada autoexploración.
1. Comienza observando, puedes hacerlo frente a un espejo, con los brazos a los lados, después elevándolos y finalmente apoyando las manos en la cadera. Observa la simetría, el contorno, la piel y los pezones; busca retracciones, cambios de color, ulceras o secreciones anormales.
2. Después palpa tus senos, puede ser de pie o acostada. Utiliza la yema de tus dedos índice, anular y medio, moviéndolos de forma circular o lineal y asegurándote de palpar toda la mama desde la clavícula hasta el borde inferior de tu seno, y desde la mitad de tu pecho hasta la axila. Se debe palpar también la región axilar en busca de bultos. Lo harás de forma contralateral, es decir, tu mano derecha palpará tu seno izquierdo y viceversa.
3. Finalmente, comprimirás tu zona del pezón en busca de salida de líquido anormal.
Hazlo con calma, sin miedo. Es un acto de cuidado, no de temor.
Recuerda: No se trata de vivir con miedo, sino de estar informad@s, y actuar a tiempo.
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