OBESIDAD INFANTIL: UN ENFOQUE DIFERENTE

La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, causada por un desequilibrio entre la ganancia y el gasto de energía que conducen a un aumento de los depósitos de grasa corporal y a la ganancia de peso. La obesidad infantil, igual que en los adultos, genera mayor riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad cardiovascular desde edades muy tempranas.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018 en México 4 de cada 10 niños de 5 a 11 años, y adolescentes de 12 a 19 años tiene sobrepeso u obesidad, lo que permite posicionar a nuestro país dentro de los primeros lugares a nivel mundial. Este panorama es preocupante porque un niño con obesidad tiene un 80% más de probabilidades de serlo en la edad adulta, con una menor calidad de vida y padecer complicaciones asociadas.

La obesidad infantil puede ser endógena o exógena. La primera, menos común, representa el 3% de los casos y la origina una enfermedad de fondo como el hipotiroidismo congénito; los niños con este tipo de obesidad presentan características físicas, genéticas y bioquímicas que facilitan su identificación. La segunda, la más común, 97% de los casos, se origina por factores ambientales y conductuales relacionadas directamente con la dieta y la actividad física.

La ENSANUT 2018 reportó que el 80% de los niños mexicanos consumen bebidas azucaradas, y el 65% prefieren comer botanas, dulces y otros alimentos considerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como poco saludables; por el contrario, solo el 45% consume frutas y el 20% verduras. Los malos hábitos de alimentación están relacionados con el estilo de vida urbano actual, en el cual los niños desayunan y comen fuera de casa, en la escuela, por ejemplo; los niños consumen alimentos de poco valor nutricional llegando a ingerir durante las 7 hrs aproximadas que permanecen en su centro educativo, la mayoría o el total de las calorías diarias necesarias para su edad.

En este mismo estudio se reportó que el 60% de los niños mexicanos realizan poca actividad física, pasando una buena parte del día frente a las pantallas (computadora, televisión, videojuegos, etc). En el 2020 Fallas y colaboradores reportaron que en México 3 de cada 10 niños pasa cerca de 4 hrs al día frente a una pantalla, actividad que durante la pandemia del SARS-COV-2 aumentó de forma notable por las tareas escolares que los niños debían realizar.

Los hábitos y rutinas que se adoptan durante la infancia persisten hasta la edad adulta y son difíciles de modificar. Se sabe que la obesidad infantil no se produce de forma aislada, los niños y niñas que la padecen están inmersos en un entorno personal y familiar muy específico con una variedad de factores de riesgo involucrados en su aparición y perpetuación, dentro de los cuales están el peso al nacer, poco tiempo de lactancia materna, la edad de inicio de la ablactación, la genética, la mayor disponibilidad de alimentos poco nutritivos, así como los factores culturales, psicosociales y costumbres relacionados con el estilo de crianza.

La familia tiene un rol importante en el establecimiento de conductas y prácticas en la alimentación infantil pero pocas veces estas circunstancias las tenemos presentes cuando de obesidad infantil se trata. En los últimos años ha surgido el termino de familia con identidad obesa, que engloba la percepción de la imagen corporal que tiene la familia y el niño, la preocupación por la imagen corporal, cierta dinámica familiar, ausencia de ambos padres debido al trabajo, el tiempo que pasan con sus hijos realizando actividades, el tipo y la calidad de alimentos que se consumen, el tiempo que dedican a la preparación de alimentos, frecuencia del consumo de comida rápida, la relación afectiva existente, presencia de límites, restricción de alimentos chatarra, premiación de la alimentación saludable, y la responsabilidad de los padres como promotores de estilos de vida saludable en los niños y niñas.

Se identifican tres diferentes estilos de crianza, que a continuación se definen: los padres rígidos, los permisivos y los inductivos. A continuación, describiremos cada uno y su relación con la alimentación de los hijos.

Estilo de crianza rígido: es exigente y estricto, se implementan tareas, rutinas y el orden; se tienen muchas expectativas de los hijos, se evalúa constantemente su comportamiento y actitudes basándose en patrones preestablecidos, tienen normas de comportamiento y alimentación. En cuanto a la disponibilidad de los alimentos esta puede variar, si sus normas apuntan a la presencia de alimentos altos en calorías, se favorece la obesidad, pero si los alimentos nutritivos prevalecen en casa el niño no tendrá opción más que alimentarse sanamente. Estudios muestran que los hijos de padres rígidos que consumen en su mayoría productos hipercalóricos tienen 4.7 veces más probabilidad de tener obesidad, pero el riesgo es bajo cuando los padres tienen hábitos saludables y hay una estricta restricción de alimentos chatarra, así como la constante preocupación por la salud de los hijos.

Estilo de crianza permisivo: la mayoría de las veces no se exige, se es indulgente en cuanto a la conducta de los hijos; se evitan en todo momento la autoridad, no se establecen limites; son tolerantes sobremanera, las reglas son escasas y si las hay no las hacen cumplir de manera uniforme; no se tienen rutinas, buscan que los hijos se sientan siempre bien y acceden a la menor insistencia. Esta permisividad ocasiona que se coma lo que les apetece a cualquier hora. Al no existir reglas que favorezcan la adopción de hábitos saludables, la obesidad en las familias permisivas es más frecuente ya que no hay un monitoreo de la ingesta alimentaria; de tal manera que un niño con tendencia a la obesidad puede comer sin restricción excesivamente teniendo repercusiones en su salud.

Estilo de crianza inductivo: se implementa la disciplina, se promueve la comunicación, aunque hay cierto control sobre su conducta y hábitos; se motiva a los hijos en los deberes mutuos y hay reciprocidad en los roles; se tiende más a la negociación. La mayoría de las veces los problemas de salud los solucionan buscando estrategias en este caso para mantener un peso normal tratan de promover la actividad física, explican la importancia del consumo de alimentos saludables y dan seguimiento a estos hábitos, además de procurar el bienestar psicológico cuando hay presencia de obesidad.

Cabe mencionar, que la mayoría de los padres no siempre tienen un estilo de crianza definido; adaptándose estos a la situación familiar, emocional y social del momento. Los estilos no son uniformes en las familias y culturas, cada una desarrolla sus propias estrategias de crianza. Lo anterior da lugar a tipos de familias, como la familia con identidad obesa que cumple con varias de las características mencionadas: sobreprotección, permisividad, conflictos en la crianza, inconsistencia entre los padres, inestabilidad en la formación de hábitos saludables con consecuencias dañinas para la salud, pero prevenibles.

La disponibilidad que tienen los niños y adolescentes a ciertos alimentos de contenido hipercalórico es en su mayoría responsabilidad de los padres o cuidadores, esta selección se ha visto facilitada por la implementación de la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010, Especificaciones generales de etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados-información comercial y sanitaria; que permite visualizar de forma sencilla los componentes que predominan en los productos de venta comercial y poder hacer una selección consciente de ellos.

En el sector salud el abordaje del niño y adolescente con obesidad incluye una valoración antropométrica, visitas periódicas para vigilancia de peso y talla, en algunas ocasiones referencia a nutrición para implementar un programa de alimentación con actividad física propia para la edad, y pocas veces se refiere al servicio de psicología para indagar acerca de la dinámica familiar y sus repercusiones en la buena o mala alimentación. Por tal motivo la consulta nutricional debe ser completa e integral con la finalidad de tener una visión completa y obtener resultados satisfactorios en los niños.

Como conclusión: Es en la familia donde se fomenta la autoaceptación y el respeto hacia sí mismo; por lo que es importante visualizar la obesidad infantil y los estilos de crianza porque, ya sea de manera permisiva o rígida, son los padres quienes deciden el tipo y cantidad de alimentos que consumen sus hijos. Es de suma importancia conocer el ambiente familiar de la población infantil mexicana con obesidad sus costumbres y hábitos para generar nuevas estrategias y abordajes integrales con mayor probabilidad de éxito que mejoren la calidad de vida de nuestros niños y adolescentes.


REFERENCIAS:

1.- García Rodríguez, K. (2018). Influencia de los factores psicológicos y familiares en el mantenimiento de la obesidad infantil. Revista mexicana de trastornos alimentarios, 9(2), 221-237.

2.- Shamah-Levy, T., Cuevas-Nasu, L., Méndez-Gómez Humarán, I., Morales-Ruán, C., Valenzuela-Bravo, D. G., Gaona-Pineda, E. B., ... & Rivera-Dommarco, J. (2020). Prevalencia y predisposición a la obesidad en una muestra nacional de niños y adolescentes en México. Salud pública de Mexico, 62(6), 725-733.

3.- Nazar, G., Petermann-Rocha, F., Martínez-Sanguinetti, M. A., Leiva, A. M., Labraña, A. M., Ramírez-Alarcón, K., ... & Celis-Morales, C. (2020). Actitudes y prácticas parentales de alimentación infantil: Una revisión de la literatura. Revista chilena de nutrición, 47(4), 669-676.