Quiénes somos

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí conmemora más 90 años de vida autónoma con el orgullo de ser la primera del país en haberla obtenido. No es para menos, la autonomía le ha permitido tener un crecimiento exponencial acorde a los tiempos y contextos en los que se ha venido desarrollando, una interacción cercana con la sociedad y una empatía sensible y constante hacia los integrantes de su gran comunidad.

El Centro de Bienestar Familiar se suma a la celebración universitaria, y festeja 30 años de servicio y entrega comunitaria, durante los cuales ha mantenido una constante: el fomento a la convivencia y el aprendizaje, fundamentado en valores y principios.

Este espacio surgió en el mes de noviembre de 1983, ante la necesidad —que detectó la señora Rosa María Alcalde de Delgado, esposa del entonces Rector, Lic. Guillermo Delgado Robles— de un espacio donde los familiares de los trabajadores, principalmente de las áreas administrativas y de intendencia, pudieran desarrollar actividades que fomentaran la interacción y generaran un aprendizaje significativo.

En sus orígenes, el centro se instaló a un costado de la Biblioteca Pública Universitaria, donde estuvo por más de 17 años. Posteriormente se trasladó a la calle de Francisco I. Madero a un costado de la Facultad de Contaduría y Administración, durante aproximadamente 10 años; finalmente, desde hace tres años, imparte sus cursos y talleres en la calle de Independencia núm. 180, en la Zona Centro de la ciudad.

El Centro de Bienestar Familiar ha sido presidido por las señoras Rosa María Alcalde de Delgado, fundadora; Emma Martínez de Lastras; Olga Meade de Valle; Maricela Castañón de García, Gladys Gabriela Farías de Villar y, actualmente, por la doctora Patricia Arce Villalobos. Todas ellas han aportado su trabajo y contribuyen en la continuidad e importancia del centro y sus actividades.

Al día de hoy, imparte clases de manualidades, primeros auxilios, corte y confección, belleza, panadería, cocina, nutrición, plomería, electricidad, soldadura y computación, lo que proyecta un futuro prometedor para el Centro, también genera una gran tarea para una entidad universitaria que ha logrado consolidarse en sus más de 90 décadas de vida.