Sabia virtud de conocer el tiempo, versa un poema de Renato Leduc popularizado en una canción, la cual nos hace reflexionar sobre el breve momento y el espacio que ocupamos como seres humanos, concepto en el que pocas veces pensamos, pues nos es inherente.
Hace casi 102 años, Albert Einstein (sí, ese del pelo arremolinado, estereotipo del científico) se preguntó qué es el tiempo y sentó las bases de la teoría de la relatividad, cuya fórmula E = mc2 es reconocida por casi todos en el mundo (aunque no sepamos mucho de física).
Dicho postulado cambió la manera en que se concibe el universo y aunque es abstracta, incluso difícil de comprender para muchos de nosotros, ha servido para desarrollar aplicaciones prácticas como el sistema de posicionamiento global (GPS, para los cuates).
Einstein creía que la gravedad y la aceleración eran el mismo fenómeno, ambos producto del tiempo y el espacio. Su teoría de la relatividad ha sido comprobada experimental y consistentemente con el funcionamiento de relojes en campos gravitacionales, agujeros negros y en observaciones astronómicas. De este postulado habla el artículo principal de nuestra edición, que esperamos disfrute tomando su debido tiempo, que como dijo este científico, es relativo, una ilusión, y al leerlo entenderá a qué se refería con ello.