| La lucha libre mexicana es uno de los deportes más arraigados en nuestro país y ha generado todo un espectáculo a su alrededor, a tal grado que ha permeado en el cine, la música y las historietas, siendo reconocida mundialmente por sus coloridos atuendos y sus espectaculares movimientos y lances, influenciados por la lucha olímpica y la grecorromana, el judo y otras artes marciales.
El gobierno capitalino, a través de su Secretaría de Cultura, firmó el año pasado el Decreto en el que se Declara Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México a la Lucha Libre Mexicana, sustentado en las disposiciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la cual establece que:
éste se constituye por “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas —junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes—, que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”. […] De esta manera, en la declaratoria se considera que, en efecto, “la Lucha Libre Mexicana es un conjunto de técnicas transmitidas de generación en generación, que para su ejercicio requiere de elementos materiales y simbólicos particulares”, y que “es un deporte-espectáculo que exige de sus protagonistas conocimiento, técnica, fortaleza física y valor simbólico” (21 de julio de 2018, https://www.cultura.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/0667-18).
En San Luis Potosí, la lucha libre mexicana también tiene su historia, y sus técnicas han sido enseñadas de generación en generación. El artículo principal de esta edición ahonda en este deporte-espectáculo, visto desde la antropología, denotando que desde la perspectiva de este ciencia puede conocerse mucho más sobre los seres humanos, sus costumbres y actividades.
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