| De acuerdo con el profesor del Laboratorio de Ficología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Jorge González González, en su artículo Las algas de México (1987), bajo el término de algas se agrupan aproximadamente 21 000 especies que difieren notablemente en su forma, tamaño, estructura celular, metabolismo, composición bioquímica, tipo de ciclo de vida y hábitat.
Los estudios de algas en nuestro país iniciaron en el año de 1846, cuando F. M. Liebman visitó y recolectó en costas mexicanas material que sirvió de base para el trabajo de Jacob George Agardh en 1847 sobre algas de México, única nación latinoamericana con mares de aguas templadas, subtropicales y tropicales, que brindan gran diversidad al medio ambiente marino.
Según consta en el documento Perspectivas para la Industria de las Algas Marinas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2002), la industria de algas marinas en México se ha circunscrito a Baja California para su venta a productores de Estados Unidos de América, pese a que el cultivo de especies comestibles —como Undaria, Laminaria y Porphyra— produciría resultados financieros mucho más atractivos que cualquier cultivo de algas marinas para extraer ficocoloides, una substancia obtenida de las paredes celulares de estos organismos.
Existe una tradición antigua de consumo de algas marinas endémicas en comunidades costeras de México, las cuales traen beneficios a la salud de quienes las consumen, además de otros usos que pueden dársele, como nos hace constar el artículo principal de esta edición.
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