| La Organización de las Naciones Unidad prevé que la población mundial aumente a más de 1 000 millones de personas en los próximos 15 años, por lo que se alcanzarían los 8 500 millones en 2030, 9 700 millones en 2050 y 11 200 millones en 2100; esto representará dificultades para los gobiernos, pues deben atender la demanda de servicios.
Por ello, algunas naciones están apostando por investigaciones que desarrollen tecnología conocida como amigable, es decir, eficiente, barata y que cuide el medio ambiente. Una opción es la bioelectrogénesis, proceso por el que algunas bacterias pueden oxidar materia orgánica y transmitir los electrones generados a un medio de trasmisión o conductor.
Un ejemplo de la transformación de energía química a electricidad es el impulso nervioso, proceso bioeléctrico descrito por primera vez en 1791 por el médico Luiggi Galvani en los músculos y nervios de las patas de una rana. Las células vegetales también presentan electrogénesis inducida por la luz; algunas criaturas acuáticas (como la anguila eléctrica) y ciertos tipos de bacterias también son capaces de generar corrientes eléctricas.
En las páginas centrales de esta edición, un par de estudiantes de la Facultad de Ingeniería, asesorados por una profesora investigadora, nos hablan sobre este proceso y cómo podría aplicarse en beneficio de la humanidad.
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